miércoles, 23 de marzo de 2022

GÓNGORA: SOLEDADES

El rapto de Europa, Tiziano. Museo del Prado.
 


Soledades

Era del año la estación florida

en que el mentido robador de Europa

media luna las armas de su frente,

y el Sol todos los rayos de su pelo—,

luciente honor del cielo,

en campos de zafiro pace estrellas;

cuando el que ministrar podía la copa

a Júpiter mejor que el garzón de Ida,

—náufrago y desdeñado, sobre ausente—,

lagrimosas de amor dulces querellas

da al mar, que condolido,

fue a las ondas, fue al viento

el mísero gemido,

segundo de Arïón dulce instrumento.



Nos encontramos ante un fragmento que constituye el inicio de la primera de las Soledades de Luis de Góngora, poeta del Siglo de Oro cuyo estilo dio lugar a una corriente conocida como culteranismo o gongorismo. El poeta cordobés dotó a sus composiciones de una gran complejidad mediante la sintaxis, las alusiones mitológicas, los cultismos y otros recursos expresivos. La silva, forma que presenta este poema, fue introducida en la literatura española de forma definitiva precisamente por Góngora. El poeta recurre a la silva adaptándola a su antojo para narrarnos un relato que será objeto de admiración y estudio por las generaciones posteriores.

Góngora comienza situando la acción del poema en un tiempo concreto, la primavera, haciendo alusión a la constelación de Tauro, asociada tradicionalmente con dicha estación. Presenta al protagonista de la narración contenida en la Soledad primera, el que ministrar podía la copa a Júpiter mejor que el garzón de Ida; nos explica su condición de náufrago y el mal trance por el que atraviesa, al que se une además una pena de amor. Si tenemos en cuenta el título de la composición, podemos afirmar que el tema es la soledad del náufrago. No obstante, cabe señalar que los estudiosos de la obra de Góngora ven en el poema en su conjunto la presencia del tópico de beatus ille y del menosprecio de corte y alabanza de la aldea.

            La complejidad de la sintaxis es uno de los rasgos más característicos del poema, en consonancia con el gongorismo. Todo el fragmento constituye un único grupo oracional. Nos encontramos ante una oración impersonal construida con el verbo copulativo ser (Era). Tratando de dar orden lógico al atributo quedaría del siguiente modo: la estación florida del año en que el mentido robador de Europa pace estrellas en campos de zafiro. Es decir, era primavera. En que el mentido robador de Europa pace estrellas en campos de zafiro es una proposición subordinada adjetiva especificativa complemento del nombre estación. Media luna las armas de su frente, y el Sol todos los rayos de su pelo, luciente honor del cielo, hacen referencia a la imagen de Zeus convertido en toro, son por tanto complementos del nombre robador.

            El resto de la oración, cuando el que ministrar… hasta dulce instrumento, constituye una proposición subordinada adverbial de tiempo, por tanto, con función de complemento circunstancial. Dentro de ella, el que ministrar podía la copa a Júpiter mejor que el garzón de Ida, náufrago, y desdeñado sobre ausente, es una proposición subordinada adjetiva sustantivada con función de sujeto. Tratemos de poner en orden el predicado de la subordinada adverbial: da dulces querellas lagrimosas de amor al mar; el mísero gemido, segundo de Arión dulce instrumento, que condolido, fue a las ondas, fue al viento. Dentro del predicado de la subordinada adverbial encontramos una proposición yuxtapuesta que mantiene una relación de coordinación, ya que podemos resumirlo así: el náufrago da querellas al mar; y el gemido fue al viento. Pero no termina ahí la complejidad, resta aún que condolido; podemos inferir que está elidido un verbo copulativo, de tal modo que tendríamos otra proposición subordinada, en este caso adjetiva especificativa complemento del nombre gemido.

Es evidente que las figuras que predominan son el hipérbaton, tal y como acabamos de comprobar; y el circunloquio, ya que recurre a complejas construcciones para expresar una idea (el que ministrar podía la copa a Júpiter mejor que el garzón de Ida en lugar de decir más bello que Ganímedes). También está presente la metáfora, ya que, identifica los cuernos del toro con una media luna, y el pelo del animal con los rayos del Sol; el cielo son campos de zafiro; y la canción de Arión, su segundo instrumento, es un mísero gemido.

            Las alusiones mitológicas tienen un gran peso en el poema. El mentido robador de Europa es Zeus, que se transformó en un toro blanco (media luna las armas de su frente/los cuernos, y el Sol todos los rayos de su pelo/el pelaje brillante) para raptar/violar a Europa. Más adelante vuelve a aparecer Zeus, pero esta vez identificado con el dios romano Júpiter. Y, por último, aparece Arión de Lesbos, que era tañedor de la lira. Arión realizó un viaje por Italia y, a su regreso, la tripulación del barco quiso matarle para hacerse con su dinero. Él entonó una canción con voz tan aguda que atrajo a los delfines, y pudo huir a lomos de uno de ellos.

Así pues, la complejidad del poema no estriba solo en la sintaxis, sino que el uso del lenguaje culto y las alusiones mitológicas hacen más inaccesible la composición. En conclusión, observamos que el fragmento está plagado de los juegos propios del conceptismo barroco, elevados por Góngora a su máxima complejidad. La maestría con que está abordada la composición hace que goce que una tremenda fuerza expresiva.

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